17 may 2010

EL BICENTENARIO: EL ABANICO: AIRE PARA LOS PORTEÑOS

Los porteños desde siempre soportaron con estoicismo los rigores del verano.
¿Cómo habrán sido los veranos del siglo XIX y comienzos del XX? Por los relatos de cronistas, viajeros, diarios y cuentos populares, se sabe que el sol agobiaba durante el día, y los mosquitos acechaban durante las noches. Las lluvias, y la brisa del río brindaron, ayer como hoy, un descanso pasajero.
En épocas de calor, los abanicos ofrecían la posibilidad de mitigarlo brindando además su variado colorido a la coquetería de las porteñas.

1. Abanico exhibido en la muestra del Museo de la Ciudad

También los ventiladores, heladeras, pantallas, etcétera, ayudaban a pasar los veranos porteños.

Los abanicos no eran utilizados únicamente para darse aires, sino también como gesto de coquetería, siguiendo un riguroso código, el cual se exhibe en esta muestra.
Entre los abanicos exhibidos en el museo los hay con varillas de marfil; con incrustaciones en nácar; con el país de seda, tul o gasa, papel, etc.; con varillas y/o país decorados a mano, y muchos más.

2. Abanicos exhibidos en la muestra del Museo de la Ciudad

También se encuentran sombrillas de principios de siglo XX, y algunos típicos ventiladores utilizados por los porteños, como ser el Marelli y el Siemens.
Las primeras heladeras, escondidas en un mueble de madera, constituidas por una caja de zinc donde se alojaban los alimentos y las bebidas, y otro compartimento superior destinado a contener trozos de hielo, el cual era comprado a los repartidores domiciliarios.
Como nota curiosa, cabe mencionar que el hielo, a comienzos del siglo XIX era traído de Estados Unidos o Europa (Jacinto Caprile tenía un comercio de importación de hielo en la década de 1820), ya que hasta que se desarrollaron las fábricas de hielo, el mismo era extraído de las grandes zonas heladas del planeta; y los Estados Unidos tuvieron una gran influencia en la comercialización del mismo. Los primeros en fabricar hielo en la Ciudad de Buenos Aires fueron las cervecerías de Bieckert y Hamer, hacia el año 1865.

El abanico era un objeto muy utilizado en la época colonial, especialmente en las clases altas. Mujeres, hombres y niños, por el intenso calor del verano y porque usaban ropajes de moda en Europa poco adaptados al clima de aquí. Los abanicos de las mujeres eran más elaborados, con puntillas, pinturas, etc. Era un producto muy comercial que llegaba de Europa en grandes cantidades. Los hombres y niños usaban sencillos abanicos de mimbre. En las casas ricas había unos paneles que pendían del techo y que se movían con una soga. Frecuentemente era el esclavo quien apantallaba. Las familias de las clases altas utilizaban además, sombrillas para protegerse del sol. Para el frío utilizaban braceros. La mayoría de los historiadores dice que no había paraguas en la época. Existían, pero era un elemento extravagante, nuevo y caro. Para la lluvia utilizaban capotes de tipo inglés, de tela resistente al agua. El hecho de que en la iconografía de la época aparezcan paraguas se debe a que las pinturas sobre los hechos de Mayo se hicieron mucho después (entre las épocas de Rosas y Urquiza, aproximadamente) por pintores europeos que recrearon los sucesos desde su imaginario, y por ello a veces se ha tergiversado la realidad.

De los del abanico, no son muchos los datos que se poseen, y, del mismo modo, aún está por investigar la historia del abanico en España que, en el siglo XIX y principios del XX fue, sin lugar a dudas, el país donde su uso estaba más extendido y uno de los pocos donde aún se fabricaban.Desde muy pronto y en lugares diversos aparecen abanicos utilizados por todos los pueblos de la antigüedad. En el Egipto de los faraones se conocían los grandes abanicos de plumas, que hoy se pueden admirar en pinturas y bajorrelieves conservados de aquel tiempo.En China la existencia del abanico puede datarse por milenios, pues, al parecer, su uso se remonta al tiempo del emperador Hsien-Yuan, en el año 2697 a.C. La gran revolución en el mundo del abanico llegó cuando éste se hace plegable. ¿A quién se debe este invento? La respuesta que se da como más cierta es que un japonés lo inventó hacia el siglo VII de nuestra era.En el siglo XVI el abanico procedente de China y Japón, donde ya se había extendido el uso del plegable, viene a occidente, siguiendo el camino de las rutas comerciales abiertas por España y Portugal. En principio era un objeto caro y raro del que sólo las damas de alto linaje podían gozar, pero pronto surge una gran industria abaniquera que se extiende por toda Europa que copia y fabrica el modelo plegable. Son precisamente estos procesos preindustriales los que permiten que el abanico se popularice y pueda ser adquirido por todas las capas sociales. En el siglo XVIII, con la extensión generalizada del abanico, se produce también una variedad de formas y colores inusitada.El uso del abanico en España estaba por entonces tan extendido que el escritor francés Teófilo Gautier llegó a escribir «nunca, he visto una mujer sin su abanico. La sigue a todas partes, hasta en la iglesia, las veo en grupos de todas las edades, arrodilladas o sentadas, con zapatos de tela, rezan y se abanican con el mismo fervor». La influencias de la moda y la entrada de nuevas costumbres hacen que decaiga la demanda, pero aun así, por los condicionantes climáticos de España, ha perdurado el uso del abanico no sólo como elemento de adorno y moda, sino también por necesidad. De ahí que, no sólo sea utilizado desde siempre tanto por las mujeres como por los hombres. El abanico no sólo es para abanicarse; además es un objeto de arte codiciado por más de un enamorado coleccionista. El Lenguaje del abanico: Cuando las damas del siglo XIX y principios del XX iban a los bailes eran acompañadas por su madre o por una señorita de compañía, que en las colonias recibía el nombre de chaperona, con el fin de que éstas velasen por su comportamiento. Las señoritas de compañía eran muy celosas en el desempeño de la labor que se les encomendaba por lo que las jóvenes tuvieron que inventarse un medio para poder comunicarse con sus pretendientes y pasar desapercibidas. Para ello usaban su abanico de diferentes maneras de modo que éste les servía de instrumento para pasar mensajes al galán que las cortejaba:

Si la dama se abanica sobre el pecho lentamente, significa: «Soy soltera, no tengo novio»

Si mueve el abanico en movimientos cortos y rápidos sobre su pecho: «Estoy comprometida o tengo novio, sigue tu camino»

Si abre y cierra el abanico y lo pone en su mejilla, le indica al joven: «Me gustas»

Si coloca el abanico en su sien y mira hacia arriba: «Pienso en ti de noche y día»

Si sospecha que su amado le es infiel o lo ve hablando con otra joven, se toca la punta de la nariz con el abanico, indicándole: «Algo no me huele bien»

Si camina impaciente de lado a lado golpeando la palma de su mano con el abanico: «Ten cuidado, cariñito, por ahí viene la chaperona»

Si abre y cierra el abanico y señala hacia el jardín: «Espérame allí mi amor, pronto estaré junto a ti»

Finalmente, si mira al joven sugestivamente cubriéndose la boca con el abanico, significa que le está enviando un beso, y obviamente, el joven sabe que él es el escogido

LAS PARTES DE LOS ABANICOS


1. Pais (tela del abanico).
2. Rivete.
3. Fuente.
4. Varilla. (El conjunto de todas las varillas forma el "varillaje".
5. Fuente. (Primer tramo de la varilla).
6. Guía. (Segundo tramo de la varilla, sobre el cual va pegado el pais).
7. Guarda (o cabera). Nombre que reciben la primera y última varilla del varillaje.
8. Boleta.
9. Ojo.
10. Guardapulgar.
 
 AQUÍ OTRA VERSIÓN MÁS COMPLETA DEL CÓDIDO DE COMUNICACIÓN:

1. Abanicarse rápidamente. Te amo con intensidad.
2. Abanicarse lentamente. Abanicarse de forma pausada, significa soy una señora casada y me eres indiferente. También si se abre y cierra muy despacio significa esto.
3. Cerrar despacio. Este cierre significa un "Sí". Si se abre y cierra rápidamente significa, "Cuidado, estoy comprometida".
4. Cerrar rápido. Cerrarlo de forma rápida y airada significa un "No".
5. Caer el abanico. Dejar caer el abanico significa: te pertenezco.
6. Levantar los cabellos. Si levanta los cabellos o se mueve el flequillo con el abanico significa que piensa en ti, que no te olvida.
7. Contar varillas. Si cuenta las varillas del abanico o pasa los dedos por ellas quiere decir que quiere hablar con nosotros.
8. Cubrirse del sol. Significa que eres feo, que no la gustas.
9. Apoyarlo sobre la mejilla. Si es sobre la mejilla derecha significa "Si". Sobre la mejilla izquierda es "No".
10. Prestar el abanico. Si presta el abanico a su acompañante, malos presagios. Si se lo da a su madre, quiere decir "Te despido, se acabó".
11. Dar un golpe. Un golpe con el abanico sobre un objeto, significa impaciencia.
12. Sujetar con las dos manos. Si sujeta el abanico abierto con las dos manos, significa "es mejor que me olvides".
14. Cubrirse los ojos. Con el abanico abierto, significa "Te quiero". Si se cubre el rostro puede significar "Cuidado, nos vigilan.
15. Pasarlo por los ojos. Si se pasa el abanico por los ojos significa, Lo siento. Si cierra el abanico tocándose los ojos quiere decir, "Cuando te puedo ver".
16. Abrir el abanico y mostrarlo. Significa, "Puedes esperarme".
17. Cubrirse la cara. Cubrirse la cara con el abanico abierto, significa: Sígueme cuando me vaya.
18. A medio abrir. Apoyar el abanico a medio abrir sobre los labios quiere decir "Puede besarme".
19. Apoyar los labios. Si apoya los labios sobre el abanico o sus padrones, significa desconfianza, "No me fío".
20. Pasarlo por la mejilla. Significa, "Soy casada".
21. Deslizarlo sobre los ojos. Significa: "Vete, por favor".
22. Mano izquierda. Llevarlo en la mano izquierda quiere decir: "Deseo conocerte". Moverlo con la mano izquierda significa: "Nos observan".
23. Mano derecha. Llevarlo o moverlo con la mano derecha, significa: "Amo a otro".
24. Pasarlo de una mano a otra. Significa, "Estás flirteando con otra" o "Eres un atrevido".
25. Girarlo con la mano derecha. Significa: "No me gustas".
26. Tocar la palma de la mano. Quiere decir: "Estoy pensando si te quiero".
27. Sobre el corazón. Apoyar el abanico abierto sobre el corazón o el pecho, quiere decir: "Te amo" o "Sufro por tu amor".
28. Darse en la mano izquierda. Darse un golpe con el abanico cerrado en la mano izquierda significa "Ámame".
29. Mirar dibujos. Mirar los dibujos del abanico, quiere decir: "Me gustas mucho".
30. Bajarlo a la altura del pecho. Significa: "Podemos ser amigos". También dejarlo colgado, quiere decir "Seremos amigos".
31. Cerrarlo sobre la mano izquierda. Quiere decir: "Me casaré contigo".
32. Saldré. Ponerse en el balcón con el abanico abierto o salir al balcón abanicándose. También entrar en el salón abanicándose.
33. No saldré. Dejarse el abanico cerrado en el balcón, salir al balcón con el abanico cerrado, o entrar en el salón con el abanico cerrado.
34. Arrojar el abanico. Quiere decir: "Te odio". o "Adiós, se acabó".
35. Presentarlo cerrado. Significa: "¿Me quieres?".
36. Sobre la oreja. La izquierda, "Déjame en paz no quiero saber nada de ti". La derecha, "No reveles nuestro secreto".
37. Contar o abrir cierto número de varillas. La hora para quedar en una cita, en función del número de varillas abiertas o "tocadas".

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