(1958) es un escultor hiperrealista australiano que vive en Inglaterra.
Su origen profesional fue en el mundo de los efectos especiales para el cine, trabajando para Jim Henson en películas como Labyrinth (donde llegó a interpretar a uno de los personajes, Ludo) o The Dark Crystal. Sin embargo ya había dado un paso hacia el mundo del arte aprovechando su talento para desarrollar creaciones plásticas con un realismo sorprendente.
Mueck se mudó a Londres para establecer su propia compañía, creando utilería y “animatronics” para la industria de la publicidad. A pesar de ser altamente detallados sus trabajos, eran diseñados para ser fotografiados desde un ángulo muy específico, ocultando así el desorden de la obra vista desde otro ángulo. Mueck con más y más frecuencia deseaba producir esculturas que se vieran perfectas desde cualquier ángulo.
En 1996 Mueck cambió hacia el “arte refinado” colaborando con su suegra Paula Rego, para producir pequeñas figuras como parte de una escena que ella estaba mostrando en la Galería Hayward. Rego lo presentó con Charles Saatchi quien inmediatamente quedó sorprendido con su trabajo y comenzó a coleccionar y solicitar trabajos. Esto lo dirigió hacia la creación que le formó un nombre a Mueck, “Dead Dad” (papá muerto) que es una escalofriante e hiperrealista obra de silicona y otros materiales, del cuerpo muerto de su padre, reducido aproximadamente a dos tercios del tamaño natural. Es la única obra de Mueck que usa su propio pelo para el producto final.
Las esculturas de Mueck reproducen fielmente los detalles del cuerpo humano, pero juega con la escala para crear imágenes que nos sacuden. Su obra de cinco metros “Boy”, fue mostrada en 1999 en el “Millenium Dome” y más tarde se exhibió en la “Biennale de Venecia”.
Éste escultor formó parte de la exposición “Sensation” que causó polémica y otras reacciones extremas entre los críticos y el público. La pieza que expuso en esa ocasión era “Dead Dad”. Esa exposición incluyó también a otros “nuevos” artistas británicos como Damien Hirst y los hermanos Jake y Dinos Chapman, que llevan su quehacer a extremos definitivamente estremecedores.
Según la crítica, dentro de las obras de Mueck, este es el más perfecto retrato de la soledad humana.
Obra que generó polémica por tratarse de su padre, y la extrema perfección, en sus mínimos detalles, de la muerte.
De acuerdo con la crítica alemana, uno de los más fascinantes trabajos sobre la belleza de la maternidad. Ella ya se encuentra exhausta y vulnerable.
ENTREVISTA A RON MUECK (Ron nos cuenta cómo realiza estas esculturas)
En una entrevista (traducida del inglés) realizada por Sarah Tanguy, Ron Mueck nos habla de la génesis y realización de su conocida obra Big Man.
Durante la entrevista, Mueck nos habla de su desafío al utilizar en esta época las técnicas tradiciones de diseño y construcción, en contraposición al diseño por ordenador. Lo cual resulta curioso, porque ha sido precisamente internet –la tecnología- quien primero se ha ocupado de mostrar la obra del escultor.
Veamos cómo modela sus esculturas Ron Mueck.
Sarah Tanguy: ¿Cómo y cuándo surgió la idea de jugar con las escalas en tus figuras?
Ron Mueck: Nunca hice figuras de tamaño natural porque nunca me ha parecido interesante. Todos los días vemos gente a tamaño natural.
ST: ¿Alteras la escala para provocar un impacto emocional y psicológico?
RM: Más bien, hago las cosas para que no parezcan tan normales.
ST: Con Big Man, ¿sabías de antemano que ibas a trabajar en una escala gigantesca?
RM: Él no comenzó siendo grande, sino surgió de otra pieza que yo había esculpido, una pequeña figura de un hombre envuelto en mantas, para la que no utilicé ninguna referencia, ni tampoco ningún modelo, sino que salió totalmente de mi imaginación.
En esa época yo trabajaba como artista residente en la National Gallery y ellos tenían una clase de dibujo. Yo trabajé allí y di mis primeras clases, y lo disfruté mucho.
Cuando volví a mi estudio y vi la pequeña figura del hombre envuelto en mantas, pensé, “¿Cómo sería si hiciera lo mismo, pero trabajando con la vida, dándole un aspecto más real?”.
Yo nunca trabajo con modelos vivos. Yo utilizo fotografías o referencias que veo en los libros, tomo mis propias fotografías o miro en mi interior.
Cuando volví a mi estudio y vi la pequeña figura del hombre envuelto en mantas, pensé, “¿Cómo sería si hiciera lo mismo, pero trabajando con la vida, dándole un aspecto más real?”.
Yo nunca trabajo con modelos vivos. Yo utilizo fotografías o referencias que veo en los libros, tomo mis propias fotografías o miro en mi interior.
Sin embargo, yo intenté encontrar un modelo real, parecido a aquel pequeño individuo envuelto en mantas. Localicé a uno que era físicamente similar, y trabajé en mi estudio con él durante tres horas, hasta que me di cuenta que él no me iba a ayudar a salir adelante con mi proyecto.
Sus miembros no eran lo bastante flexibles. Su vientre tenía su propia forma. Aquel hombre no podía adoptar la postura de mi pequeña escultura. Por otro lado, yo tampoco me sentía bien teniendo un modelo en mi estudio. Me di cuenta de que me intimidaba tener allí a alguien con el que tenía que relacionarme.
Tenía allí a un hombre desnudo y completamente afeitado. Él no tenía ni medio pelo en el cuerpo. Todo eso me impedía estar a gusto. Pensé, “bien, ¿qué hago yo aquí con un hombre desnudo?”.
Así que le pedí que se sentara en una esquina mientras yo pensaba todo esto. Él entonces me sugirió algunas poses y tomó alguna de esas posturas ridículas que suelen realizar los modelos. Eran falsas y artificiales, y me di cuenta de que todo aquello no me servía para nada.
Yo trataba de reunir todo mi valor para decirle que se marchara. Lo miré, allí sentado en la esquina, tratando de decidirme. Él no estaba tan enfadado como lo parece estar Big Man, pero tenía esa misma posición. Y pensé en ese momento, “¡Qué buena idea!”, y así nació la pose de Big Man.
Primero hice un boceto en arcilla de él en esa posición, aproximadamente de un pie de alto. En ese momento pensaba que ese podría ser el tamaño final de la escultura.
Tomé algunas fotografías de lo que hacía, como hago a menudo, porque considero que si fotografío mi trabajo, puedo verlo de una manera diferente. Es como cuando te miras en un espejo, y te das cuenta de todas las imperfecciones y asimetrías, que no puedes ver de otra manera, porque las has mirado durante demasiado tiempo.
Luego, mientras miraba esas fotografías, y en una de ellas, dibujé una pequeña figura que parecía mirar el boceto de arcilla. Así, que a ojo de buen cubero, me di cuenta que la relación a escala entre el boceto de arcilla y la figura dibujada podía ser como de ocho pies. Con el dibujito al lado, a él se le veía muy grande. Y pensé, “bien, puedo intentar hacerlo a ese tamaño”.
Una vez decidida la escala, tomé mas fotografías. Tomé una de perfil, de la que saqué, dibujándolas, las líneas del contorno y todo eso lo llevé a papel. Después dibujé todo en papel marrón a tamaño de siete u ocho pies. Y una vez lo terminé, decidí que lo haría así.
A partir de ese enorme boceto monté la armadura con alambre y lo cubrí todo con yeso.
ST: ¿Es el yeso el que le da esa tonalidad amarillenta?
RM: Yo utilizo un yeso dental más duro que ‘el yeso de París’, que tiene esa pigmentación amarilla, aunque luego lo pinto todo.
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